Pablo Tonatiuh Fotografía

La ciudad y sus dueños

Uno es también todos los lugares y rostros que ha visto, a mí me toco ver injusticias sociales, personajes extraordinarios que superan la ficción, el amor que nace en cualquier sitio, muchos viajes en el metro y por supuesto perritos.

LA VIDA EN LA BASURA

La vida en la basura es el retrato de una fauna que se volvió familia en este centro de descarga  de Ciudad Nezahualcóyotl.

La basura misma también es otro personaje, uno que devora todo a su paso, y luego lo vomita, transformando constantemente la geografía del lugar, creando sus propias calles y edificios,  mutando con la lluvia y el sol, y con los cientos de nuevas toneladas de desperdicio que arriban minuto a minuto al lugar; entre televisiones rotas, muebles de medio uso, y montañas enteras de botellas de plástico, la vida continua como en cualquier otro lugar de México, pero con sus reglas propias.

Un hombre me sonríe a lo lejos mientras hace la “v” de la victoria, una señora se arroja con parsimonia al arado diario de los desperdicios que deben ser separados; más allá, dentro de las casas, hechas también del cartón que crece aquí, se alcanzan a divisar, ocultos en la oscuridad, las miradas curiosas de los niños pequeños que esperan el regreso de sus padres.

Las carretas jaladas por caballos famélicos, pasan galopando como reminiscencia surrealista y decadente de los carruajes de otro tiempo;  ha comenzado a llover, los perros se ocultan bajo los mismos techos de lamina que los humanos, aquí las diferencias entre especies se desdibujan, todos viven de la misma basura.

Una señora se apresura a poner un cartón sobre el burro que ha quedado a la intemperie para que mi cámara indiscreta no capte algo que los ponga en entredicho con los protectores de animales.

El líder de los pepenadores, un hombre viejo, de lentes negros y chamarra de cuero que recuerda a un rockero olvidado del México de los 70’s, me enfatiza que tratan bien a los animales de carga porque básicamente comen gracias a ellos, pero al mirar al escuálido burrito, con la piel sarnosa y la carga bajo la lluvia, me pregunto cual es la definición de bienestar para ellos, y en general para cualquiera viviendo en un lugar así.

Es abrumador incluso para la lente de mi cámara que a esas alturas no contradice, la realidad tan densa como el olor del lugar,  no se quita de la ropa ni del recuerdo, simplemente sobrepasa los juicios morales, e incluso de manera extraña va encontrando belleza en la saturación de los colores y objetos.

La lluvia mengua, dos mujeres caminan a mi lado, una dice que una vez se encontró una medalla de plata, la otra nunca se ha encontrado nada,  porque asegura que tiene mala suerte.

Me invitan a comer, el platillo del día es carne empaquetada encontrada  en la basura esa mañana, dicen que mucha comida buena se tira por montones; eso es cierto pero  no sé si creerles lo de la carne, a lo mejor me están “vacilando” porque se ríen entre dientes, pero no me arrugo porque en el fondo es una prueba para ver si el visitante se afresa.

Un pepenador me acompaña con un taquito, como rey en la sala de su casa  se sienta sobre el esqueleto de lo que antes era un sillón, me dice con elocuencia -si la gente supiera lo que tira no lo tiraría, la basura es oro puro, si sabes aprovecharla-.

Autor: Pablo A. Tonatiuh Álvarez Reyes

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